Al querer solucionar un problema mira primero si no eres tú el problema. |
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No siempre son los hijos de los demás los que se drogan.
Habla con los tuyos. |
¿Deseas anular tu matrimonio eclesiástico? |
Como una madre amorosa, la Iglesia responde a las necesidades y sufrimientos de sus hijos. Una de las experiencias más traumáticas que una persona puede enfrentar, es la separación de su cónyuge.
A fin de respetar la unión indisoluble del matrimonio y tener compasión para quienes experimentan el trauma de la separación, la Iglesia proporciona el procedimiento para obtener la anulación.
Algunos piensan que el proceso de anulaciones no es otra cosa que ‘un divorcio católico’, mientras que otros sienten que el proceso es demasiado embarazoso, fastidioso y costoso. La verdad de este asunto es que las leyes de la Iglesia sobre las anulaciones protegen la santidad del matrimonio y ofrecen una respuesta compasiva para aquellos que sufren los efectos de una unión equivocada desde su inicio. |
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La Iglesia nos enseña que el fin primordial del matrimonio es la procreación y educación de los hijos. Incluyendo también la fidelidad.
La autoridad competente de la Iglesia puede algunas veces declarar que las personas han pasado por una ceremonia nupcial y no estar casadas. Este es el significado de una anulación o, para hablar correctamente, una declaración de nulidad.
Un decreto de nulidad es una declaración que a pesar de las apariencias exteriores y de su buena fe, una pareja no ha realizado una unión que tenga todos los elementos necesarios para ser matrimonio, y así, cada uno permanece libre para poder casarse, a menos que haya una prohibición anexa a la sentencia o decreto de nulidad.
Una declaración de nulidad es esencialmente diferente a un divorcio. Un divorcio declara que dos personas, que han estado casadas legalmente, ya no lo están. Una declaración de nulidad, en cambio, dice que faltaron elementos necesarios e indispensables para que un matrimonio sea válido, es decir, no se realizó un matrimonio válido.
Las declaraciones eclesiásticas de nulidad no tienen efectos civiles. Así, una anulación nunca afecta la legitimidad de los hijos nacidos de la unión; una anulación no demanda ni distribución de la propiedad ni la custodia de los hijos. Pero sí insiste la Iglesia en el cumplimiento de las obligaciones morales y legales. |
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EL CONSENTIMIENTO
El sacramento del matrimonio, es el único sacramento que no confiere el clero en ninguna circunstancia. En una boda no es el sacerdote o el diácono quien casa a la pareja, sino es el novio y la novia que se casan el uno al otro, con sus palabras de consentimiento. El sacerdote está necesariamente presente como el testigo oficial que representa a la comunidad y recibe en nombre de la Iglesia los votos de la pareja. Es el consentimiento de la pareja, o sus promesas matrimoniales, lo que produce el matrimonio, mientras el sacerdote sirve como testigo eclesiástico. Por lo tanto, si el consentimiento padece de un grave defecto, el matrimonio no es válido. |
El consentimiento debe ser libre. Cualquier presión, reduce grandemente la libertad de la persona para consentir. El ejemplo clásico de esta falta de libertad es el embarazo prenupcial de una adolescente. Ella no está de acuerdo con un aborto, pero tampoco quiere dar al bebé en adopción, y el muchacho se siente atrapado. Posiblemente tiene todas las buenas intenciones (‘desea hacer las cosas correctas’, dar el apellido a su hijo, etc.) pero siente que el matrimonio es la única salida. ¿Es ésta una decisión libre, una opción madura de un compañero para toda la vida o es una solución temporal hecha apresuradamente para resolver un problema?
El consentimiento también tiene que estar informado. Esto no significa que una persona cuando se casa debe saber todo lo que significa casarse. ¡Nadie sabe lo que viene cuando se casa! Uno siempre aprende más acerca de la otra persona después del matrimonio. Sin embargo, se deben juzgar y pesar las obligaciones, las responsabilidades y las expectativas del matrimonio, antes de consentir.
¿Qué se puede decir acerca del consentimiento de un adolescente que está encaprichado con la primera novia que ha tenido? O de personas adultas que no se han casado todavía y empiezan a tener pánico a la idea de que van a quedarse ‘solteronas’? En otros casos, la necesidad desesperada de escapar de la vida, de un hogar infeliz estropeado por el alcoholismo, las peleas o el abuso. ¿Cómo se evaluaría el consentimiento de un hombre que enviudó recientemente y que todavía está de luto? Supongamos que se vuelve a casar precipitadamente porque tiene un trabajo exigente y se preocupa por sus hijos. ¿El objetivo es casarse con una mujer para toda la vida o conseguir un ama de casa y una madrastra para sus hijos?
El juicio necesario para entrar en el matrimonio es diferente al juicio que se necesita para otras acciones. Uno puede ser suficientemente maduro y responsable en un trabajo y cumplir sus obligaciones básicas pero aún no estar preparado para casarse.
La Iglesia reconoce que las enfermedades mentales como la esquizofrenia y el trastorno bipolar pueden afectar el equilibrio mental y emocional de modo que el consentimiento puede verse afectado. Otras desviaciones de la personalidad pueden hacer imposible la unión de un matrimonio, tales como la homosexualidad, la drogadicción y el alcoholismo.
En muchos casos, los signos de futuros problemas se hicieron evidentes antes de que la pareja se casara, pero a su vez se hizo caso omiso o fueron negados por la otra persona. Hubo una esperanza no realista o una esperanza romántica de que la persona podía ‘cambiar’ a la otra después del matrimonio. Este parece ser un caso muy común donde hay abuso de drogas o de alcohol o donde hay alguna otra forma de abuso. Pero el consentimiento del matrimonio atañe a las dos personas que se unen para el resto de su vida, pudiendo transformarse en un infierno. La tensión, la discordia, el abuso y la violencia que generalmente se presentan en estas uniones no son compatibles con la definición que la Iglesia hace del matrimonio, entendiéndose éste como una comunidad de vida y de amor.
Existen personas que durante la infancia tuvieron fuertes experiencias de abandono, que afectaron gravemente la construcción de su personalidad, y que posteriormente en la edad adulta estas experiencias se tradujeron en una dificultad para crear relaciones afectivas estables. El fracaso de sus matrimonios e incluso de sus vidas, generalmente se debe a sus trastornos de personalidad.
La exclusión de cualquier elemento esencial del matrimonio también lo invalida. Una persona que quiere casarse, pero al mismo tiempo, no desea tener hijos y en su pensamiento existe la idea de divorciarse, si las cosas salen mal o tiene la intención de no ser fiel.
Si los tribunales de la Iglesia determinan que un matrimonio válido no se realizó, entonces cada participante es libre para casarse si no existen otros impedimentos. En algunos casos un monitum (o advertencia) se incluye en el decreto de nulidad, declarando que aunque una persona es libre para casarse, existe la preocupación de que esta persona no tenga la madurez o el estado mental apropiado para entrar en una unión matrimonial.
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PROCEDIMIENTOS PARA UNA ANULACION
1.-El primer paso, normalmente, es una consulta con el sacerdote de su parroquia. En algunas diócesis se puede poner en contacto con el tribunal diocesano.
2.-El sacerdote de la parroquia o el tribunal normalmente solicita un resumen de las principales acciones concernientes a los antecedentes de las dos personas, en relación con su noviazgo, matrimonio y disolución. Lo que pasó durante el tiempo del matrimonio es muy importante.
3.-Generalmente, se pide al peticionario que llene un cuestionario inicial o que haga una declaración narrativa, entregando información particular que puede ser pertinente para una posible anulación. |
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4.-El derecho canónico exige que haya contacto con la otra persona, que se informe del procedimiento y que tenga la oportunidad de participar, si no es posible, el caso no se detiene, pero recordemos que el demandado tiene el derecho de participar, de oponerse al consentimiento de la anulación, dejar el caso a la justicia del tribunal o simplemente negarse a participar.
5.- Después de que se ha puesto en contacto con el demandado y se ha aceptado el caso, el tribunal normalmente busca información más amplia, escrita y verbal, de las personas y de testigos que pueden corroborar o aumentar la información que ya se ha recopilado.
6.- En algunos casos un psiquiatra o un psicólogo son frecuentemente consultados como un testigo experto.
7.- Cuando se ha concluido la fase de recopilación de información, el caso procede a ser visto formalmente por un juez, los abogados y el defensor del vínculo.
8.- El juez o el panel de jueces escuchan los argumentos, considerando la ley y los hechos y luego emiten una decisión. Debido a la seriedad con que la Iglesia Católica considera el matrimonio, la decisión del tribunal debe ser revisada por otro tribunal de al menos tres jueces. Además, cualquiera de las personas (a través de sus abogados) o el defensor del vínculo puede apelar la decisión a un tribunal de apelaciones si no están satisfechos con la primera decisión (sea afirmativa o negativa). Si el segundo tribunal ratifica la primera decisión afirmativa, entonces se emite un decreto de nulidad y las personas quedan libres para casarse. No es verdad que cada caso tiene que ir a Roma.
La duración necesaria para un caso varía grandemente. Depende del tipo de caso, de cuán difícil es el caso, si los testigos cooperan, si tienen mucho que decir, si el demandado se opone, si hay algunas contradicciones en las evidencias, etc. Muchos retrasos se producen cuando el peticionario no contesta las cartas o se cambia de domicilio y no informa al tribunal. |
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Costos
Ningún tribunal obliga a las personas a pagar por el costo completo del caso; normalmente se pide una contribución para cubrir una porción de los gastos, sin embargo existen tribunales que no piden ninguna contribución. El derecho canónico requiere que no se niegue el acceso al proceso a ninguna persona, sólo por la incapacidad de hacer alguna contribución financiera. |
La mayoría de las peticiones para una declaración de nulidad proviene de personas que están pensando en un nuevo matrimonio y necesitan un juicio externo, independiente y religioso de que su matrimonio anterior no fue válido. Frecuentemente, después de que se ha concluido un caso, una de las personas comenta que después del divorcio, todavía se siente como si estuviera casada. La anulación les sirvió como una oportunidad de hacer la paz con su propia conciencia.
Otras peticiones provienen de personas que se han vuelto a casar fuera de la Iglesia y buscan ahora reconciliarse con Ella y regresar a los sacramentos. A menudo el bautismo, la primera comunión o la confirmación de un hijo sirve como estímulo para que el católico, divorciado y vuelto a casar, reexamine su vida y busque una anulación de manera que pueda regresar a los sacramentos, especialmente a la Eucaristía, como parte de la renovación de la práctica religiosa de toda la familia. |
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