Dedicación de la Basílica de Letrán.
La Iglesia Católica
celebra hoy (9 de Noviembre) la Solemnidad de la Dedicación de la Basílica San
Juan de Letrán. La misma está ubicada en la ciudad de Roma. Pero esta
fiesta no está limitada solamente a esa Iglesia de Roma, sino que por el
contrario, la liturgia de la iglesia nos invita hoy, a que en todo el mundo,
celebremos esta fiesta.
Nosotros, que
vivimos tan lejos de Roma podemos preguntarnos y ¿qué tengo que ver yo
con la fiesta de una Iglesia que ni siquiera conozco? A lo sumo puedo
participar y celebrar las fiestas de mi Iglesia a la cual participo
dominicalmente, o la que queda en la zona donde yo vivo, pero ¿celebrar una
fiesta de una iglesia a miles de kilómetros de acá? Fiesta a la que ni siquiera
puedo participar.
Ante estas posibles
interrogantes, veo necesario comenzar diciendo que esta fiesta es tan grande
que rebasa los límites de Roma, hasta convertirse en la fiesta universal de la
Iglesia.
De modo que hoy, en
cualquier lugar del mundo, por muy pequeña que sea la iglesia, capilla o
templo, se hará fiesta honor a esta Basílica.
¿Y por qué?
Para entender la
importancia de esta fiesta quiero recordar un poco de historia.
Una vez Cristo
Resucitado anima a los discípulos a continuar adelante con la transmisión de su
mensaje. Estos se dispersan por el mundo llevando el anuncio del evangelio, lo
cual trajo como consecuencia la persecución y el martirio. Muchas personas
dieron la vida por profesar la fe en el Dios revelado por Jesucristo y
por negarse a adorar a los emperadores como si ellos fueran dioses.
Los cristianos
inicialmente comenzaron a reunirse en las casas de familia, pero dos razones
les obligaron a buscar otros lugares. Primero, la cantidad de gente que a pesar
de las persecuciones se iban sumando; y segundo, por seguridad.
Entonces comenzaron
a reunirse en los lugares más secretos y, que no despertaría sospecha para las
autoridades: en los cementerios, es decir en las catacumbas, que son lugares
subterráneos.
Esto ocurrió
durante 300 años. Para el año 314 el emperador Constantino, quien se había
convertido al cristianismo, firmó un decreto reconociéndole a la Iglesia su
personalidad jurídica y permitiéndole a la vez la difusión libre del evangelio,
sin ningún tipo de persecución.
Conjuntamente con
la firma de ese decreto, el emperador Constantino regala al Papa, (quien para
esa entonces era Milcíades), un palacio que estaba
ubicado en los terrenos que habían pertenecido a una familia de apellido Laterano.
El Papa Milcíades, convirtió ese palacio en Basílica. Y como
quedaba en el terreno que había sido de los Laterano,
la gente comenzó a llamarla: Basílica de Letrán.
Años mas tarde, el 9 de noviembre del 324, se consagra la
Basílica de Letrán, marcando un momento importantísimo en la historia de la
Iglesia, quien ha dejado de ser un grupito de perseguidos para convertirse en
una institución que puede libremente continuar con su obra evangelizadora.
Esa Basílica se
convirtió en la sede de los Papas por mas
de 1000 años. Y allí se celebraron cinco concilios ecuménicos.
Despues de esta
breve síntesis histórica, creo haberles transmitido el por qué debemos celebrar
en cualquier parte del mundo esta festividad. Porque de no haber sido
así, no hubiésemos tenido Iglesias en cualquier rincón del mundo.
Por eso, esa
Iglesia es llamada la Madre de todas la Iglesias, es mas,
en la parte superior de la Basílica hay un letrero que dice: “Madre y Cabeza de
todas las iglesia de la ciudad y del mundo”.
Hoy día, los
Obispos y Sacerdotes hacemos esfuerzos por construir Iglesias y cuidar las ya
existentes y lo hacemos porque sabemos que el ser humano necesita de espacios
donde reunirse para expresar su fe, para orar, para escuchar la palabra de
Dios, para compartir el pan eucarístico.
Muchos critican las
construcciones de Iglesias alegando que ese dinero debería dárseles a los
pobres. Ellos piensan que así se disminuiría la pobreza en el mundo. Inclusive,
hay quienes dicen que por qué el vaticano no vende tantas Iglesias y reparte
ese dinero a los mas necesitados.
El vaticano no lo hace, porque el mal
de la pobreza no está en las edificaciones, el mal en sí, reside en el corazón
del ser humano. Por lo tanto hay que invertir en lugares que nos permitan
reunir a las personas, y cuantos mas, mejor para
llegarles al corazón. Hay que invertir en el interior de las personas, en el
alma de los vivientes, en la conciencia de los vivos para que lleguemos a
entender que en el mundo hay sitio y posibilidades para todos.
Los templos vienen
a ser escuelas donde aprendemos a crecer humana y espiritualmente. Y
ahora mas que nunca cuando vivimos en un mundo que se
ha materializado demasiado. Donde lo que cuenta es el dinero, lo material y no
lo humano.
Cada Iglesia, en cientos lugares del
mundo, se convierte en un estandarte que pregona la presencia de un grupo que
espera, intenta vivir y seguir las enseñanzas de Nuestro Señor Jesús. “Sólo
podremos edificar un mundo mejor si nos edificamos, primero, a nosotros
mismos”.
En los últimos
tiempos hemos observado que la gente es mucho más generosa cuando se pide para
los pobres o para los damnificados de una catástrofe. Ello es lógico y hasta
completamente cristiano, que cuando se les pide para los gastos de
mantenimiento de las Iglesias.
Habría que reconocer
que los templos son como nuestra casa y que muchas veces en los momentos más
alegres (bautismos, primeras comuniones, matrimonios, etc.) o en los más
tristes y difíciles de nuestra vida, bien sea por enfermedad, tragedia,
desempleo problemas familiares, sentimentales, fracaso emocional, etc. acudimos
al templo para sentirnos mejor.
¿Quién no ha
acudido a un templo en momentos difíciles de su vida?
¿Cuántas madres no
han derramado sus lagrimas al interior de las Iglesia
rogando a Dios por su marido o sus hijos?
¿Cuántos no han
encontrado paz interior después de haber visitado una Iglesia?
Por éstos y
tantos otros motivos debemos ser generosos también con la casa de todos, hemos
de contribuir a que sea lugar de encuentro entre hermanos. Y este es un buen
tema de reflexión para el día que celebramos la fiesta de Nuestra Iglesia.
Demos gracias a
Dios especialmente por las construcciones que nos nutren en la fe, y también
por los hombres y mujeres que han trabajado para construir estos lugares donde
usted, sus hijos y los hijos de sus hijos, vendrán a escuchar la palabra de
Dios, y a hablar con Dios de sus inquietudes.
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