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El don de bilocación en el Padre Pio

 

El fenómeno de la bilocación consiste en la presencia simultánea de una persona en dos lugares diferentes. El Padre Pío tuvo estas experiencias.

El narra lo siguiente: "días atrás me sucedió un hecho insólito, mientras me hallaba en el coro con fray Anastasio. Eran las 23 hs del 18 de enero de 1905, cuando me hallé lejos, en una casa señorial, en la que el padre moría, mientras una niña nacía.
Entonces se me apareció la Virgen que me dijo: "te confío a ti esta criatura. Es una piedra preciosa, pero tosca: trabájala, púlela, hazla lo más luciente posible, porque un día quiero adornarme de ella".

Pío responde: "¿Cómo será posible soy todavía un pobre clérigo y no sé si tendré la fortuna y la alegría de ser sacerdote? Y aunque fuera sacerdote cómo podré pensar en esta niña, estando yo muy lejos de aquí?"

La Virgen añadió : "no dudes: será ella la que acudirá a ti, pero antes la encontrarás en la basílica de San Pedro, Roma". Después de esto me hallé otra vez en el coro.

En una carta de diciembre de 1918, refiere una bilocación cuando le escribe a Rosinella Gisolfi: "Es por amor que el Señor te prueba, es por amor que El permitió a su indigno maestro estar cerca de ti en una de estas noches pasadas, para confortarte, para aliviarte y para animarte en la durísima prueba".

Verdaderamente este fenómeno lo ponía al servicio de los demás, de la salvación de las almas y de los cuerpos.

En noviembre de 1917, el general Cadorna fue sustituido en el mando del ejército italiano (durante la primera Guerra Mundial), en una habitación rumiaba su rabia, su desaliento y la idea del suicidio. Se le presenta un fraile capuchino con las manos sangrantes y una dulce mirada que lo exhorta a estar tranquilo, a deponer el revólver y a no cometer ningún gesto desesperado.

El general comenta esto a algunos camaradas que le hablan del padre Pío. Tiempo después viaja a conocerlo y el Padre Pío lo recibe: "General, ¡qué mala noche pasamos esa vez!".

Durante la segunda guerra mundial distintos aviadores, de distintas religiones narran que cuando volaban sobre el río Gargano para bombardearlo veían en el aire a un fraile tendiendo las manos sangrantes que les impedía lanzar las bombas.

 

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