Padre Miguel A. Pro.
Nació en
Zacateas, México el 13 de Enero de 1891 y fue asesinado en 1927
Desde pequeño fue virtuoso y alegre. Entró en el
noviciado jesuita a la edad de 20 años.
Fue exilado durante la revolución mexicana. Ordenado en
Bélgica en 1925 a la edad de 36.
Regresó a México en 1926 sabiendo que la iglesia era
perseguida y corría grave peligro. Ejerció un intenso ministerio bajo
persecución hasta que en el 1927 fue acusado falsamente de estar involucrado en
un atentado contra el dictador. Antes de que lo fusilaran perdonó a los
verdugos. Murió, como muchos otros mártires mexicanos, gritando:
"Viva Cristo Rey"
Ante la persecución, el Padre Pro nunca dejó su ministerio sacerdotal.
Se valía de sus dones y, sobre todo, de su profunda fe para continuar
valientemente su ministerio. Hacía unas maniobras que desconcertaba a la
policía. He aquí algunas.
I) Mientras la policía lo buscaba de casa en casa para matarlo, él, muy
campante, estaba en un teatro dictando conferencias espirituales a más de cien
muchachas del servicio. Y ninguna de ellas contó a nadie dónde estaba el Padre
Pro.
II) Iba el Padre Pro en un taxi y, de pronto se dio cuenta de que la
policía lo venía persiguiendo en otro carro. –"Siga usted su viaje, sin
detenerse"– dijo al taxista –"que yo me lanzo a la calle". Y así
lo hizo. Pero para disimular el porrazo que se daba, echó luego a andar por la
calle con caminado de borracho y diciendo palabras sonoras. La policía creyó
que era un verdadero borracho y siguió adelante. Sólo unos minutos después se
dieron cuenta los agentes de que el tal "borrachito" era el
"Padre Pro", y se devolvieron corriendo, pero ya se les había
escapado.
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III) Un día en plena calle se dio cuenta de que unos policías venían en
su busca. Entró entonces a una farmacia y, tomando del brazo a una hermosa
señorita, le dijo: "Diga que es mi novia, porque, si no, me echan a la
cárcel"–. La señorita aceptó, y la policía al verlo del brazo con una
muchacha (él iba vestido de civil) creyó qu
e éste no podía ser el padre que ellos buscaban... Unos momentos después
llegó el sargento y al describirle ellos cómo era el "novio", les
grito furioso: "¡Pues ese es el cura Pro!". Corrieron a prenderlo, pero
ya se les había escapado otra vez.
IV) Estando el Padre Pro en un alto edificio, presidiendo una reunión de
muchachos de Acción Católica, cuando menos pensaron, se hallaron con que la
policía había rodeado el edificio. El Padre se escondió en un armario en el
preciso momento en que entraba al salón el coronel, con dos pistolas en las
manos, preguntando por "El Cura Pro". Los muchachos le dijeron que
ellos no sabían dónde estaría dicho sacerdote, pero el militar, lleno de furia
les gritó: "Tienen un minuto para que me digan dónde est
á ese padre, o los mato a todos". Mas en ese momento sintió que le
colocaban un cañón frío en la nuca. Era el Padre Pro, que había salido del
armario.
–"Suelte
esas pistolas o muere", le dijo el Padre. El coronel, tembloroso, soltó
las pistolas que fueron recogidas por los muchachos. –"Ahora ustedes
huyan", gritó Miguel Pro a los jóvenes. Y éstos salieron apresuradamente a
esconderse y salir luego por los subterráneos del edificio. Luego el Padre dijo
con tono picaresco: "Y usted, señor coronel, vuélvase, para que vea con
qué lo puse manos a lo alto y lo desarmé". El coronel dio media vuelta y
vio con gran humillación que el cañón frío que había sentido con miedo en la
nuca era el pico de una botella vacía. Con una simple botella vacía había
desarmado el padrecito a un coronel que llevaba en sus manos pistolas cargadas.