¡Juana! Yo te
conozco
En
el verano de 1923 Juana Rizzani va a conocer al Padre
Pío. Este la mira y le dice :
" ¡Juana! Yo te
conozco. Tú naciste el día que murió tu padre". La joven quedó sorprendida
al ver que el Padre conocía eso de su vida.
Cuando
va a confesarse, El Padre Pío le dice que hacía muchos años que la estaba
esperando, la joven le explica que no lo conoce, que tal vez se equivocó de
persona. El insiste que la conoce y le recuerda que el año anterior había ido a
la basílica de San Pedro buscando a un sacerdote para recibir luz sobre sus
dudas. La joven recuerda el hecho y que ella había salido con mucha serenidad.
"Ese sacerdote" era yo, le dice el padre Pío.
Le
narra que la Virgen, cuando ella estaba por nacer, lo había llevado hasta su
casa, que asistió a la muerte de su padre, que la Virgen había dicho que se
salvó por las oraciones y las lágrimas de su esposa y por su intercesión y le
encomendó que orara por él.
La
Virgen le confió a la niña que estaba por nacer (Juana). La Virgen le dijo:
"es una piedra preciosa, pero tosca: trabájala, púlela, hazla lo más
luciente posible, porque un día quiero adornarme con ella".
La muchacha conmovida rompió a llorar y le pregunta si debe hacerse
monja. Le dice que no, que venga frecuentemente a san Giovanni y que ella
conocería la voluntad de Dios.
La
joven se casó y formó una familia Cristiana.