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Un Criminal ante el Padre Pio

 

En una ocasión un hombre, relacionado con una organización criminal, había decidido matar a su esposa. Para hacer creer que se trataba de un suicidio, pensó acompañarla a San Giovanni Rotondo, simulando amor y fe. Era un ateo, que no creía ni en Dios ni en el diablo. Aprovechando el viaje, entro en la sacristía donde confesaba el Padre Pío para, observar este "típico fenómeno de histerismo".

Apenas el Padre Pío lo ve, se le acerca, lo coge del brazo y le grita: "¡Fuera, fuera, fuera! ¿No sabes que té está prohibido mancharte las manos con sangre? ¡Vete!"

Todos los presentes quedaron aturdidos. Enloquecido, el pobre infeliz huyó, como si le hubiera caído fuego encima.

"¿Que pasó en la noche?" Solo Dios lo sabe y el Padre Pío. A la mañana siguiente el hombre estaba a los pies del Padre Pío, que lo acogió con amor, lo confesó, le dió la absolución y luego le abrazó tiernamente. Antes de que se retirara le dijo: "Tu siempre has deseado tener hijos, ¿no es verdad?

El hombre lo miró sorprendido, y luego le contestó: "Sí y mucho".

"Bien, ahora no ofendas más al Señor y tendrás un hijo".

Un año después, retornaron los dos esposos para que les bautizara al hijo.

 

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